El Acueducto Colonial de la Ciudad de Chihuahua
¡Hola Amigos! Quizás ustedes hayan pasado algún día por ciertas calles de nuestra ciudad y se hayan quedado un poco extrañados al ver una estructura de piedra que forma varios arcos y que desaparece y aparece por varias calles y colonias del sur de nuestra capital. Pues bien, se trata nada más ni nada menos que del Acueducto Colonial del cual te vamos a relatar su historia.
El Acueducto Colonial de la Ciudad de Chihuahua debe considerarse de hecho la primera obra de agua potable en esta pujante comunidad. Su historia en forma inicia en 1738, con la casa de ensaye de la Villa de Chihuahua, que ensayaba y quintaba los metales extraídos de Santa Eulalia. En 1751 el Virrey de la Nueva España, Antonio María de Bucareli y Urgúa, Conde de Revillagigedo, ordenó la construcción de un acueducto que surtiera de agua a la población.
La obra se inició el día 12 de diciembre del mismo año, vigilada por un regidor, un mayordomo y los maestros albañiles Cristóbal de Villa y Agustín Guijarro. pero en 1768, habiéndose invertido hasta la fecha la cantidad de 110 mil 336 pesos, fueron suspendidos los trabajos a causa de la atención a operaciones contra grupos indígenas. Entonces el acueducto apenas llegaba a los suburbios (más o menos la actual colonia Guadalupe) de la población. La obra continuó diez años más tarde, cuando se ordenó que esos fondos no se siguieran ocupando para gastos de guerra.
En 1786, el Ayuntamiento invirtió en el fomento del acueducto un donativo de mil 866 pesos hecho por un vecino, a la que se le agregó una partida de 836 colectada entre otro grupo y otras partidas de fondos propios, logrando hacer llegar el agua a la "Alameda vieja" (parque Lerdo) y se establecieron las primeras fuentes dentro del perímetro de la población. Después de años de suspendidos los trabajos, éstos se reanudaron en 1805, habiéndose construído una acequia principal auxiliar que llegó hasta el crucero de las actuales calles Vicente Guerrero y Allende y varias pilas de almacenamiento intermedias, situándose la última que se denominó "San Felipe" en el terreno que hoy ocupa el Supremo Tribunal de Justicia. Las más conocidas acequias para la dotación de agua, además de la de San Felipe, eran la Pila Principal, ubicada en la Plaza d ela Constitución, así como la Pila Pérez en la confluencia de las calles décima y Allende.
El 2 de junio de 1895 se pusieron a funcionar los primeros cuatro filtros para purificar el agua, en el barrio de la colonia Jalisco (hoy Cuarteles) con un costo de 75 mil pesos. E incluso, cuando las acequias auxiliares de cal y canto y las pilas y fuentes fueron desapareciendo del recinto de la ciudad, el acueducto principal prestaba todavía en 1969 el mismo servicio primitivo desde la boca de la toma hasta la planta de filtros. En su momento de esplendor, la obra constó de aproximadamente cinco kilómetros de extensión, de los cuales en nuestros días se conservan cuatro de ellos que preservan parte de la arquería original, pero no la misma suerte.
Lo que otrora fue una obra indispensable para la supervivencia de la ciudad, hoy es uno de sus principales atractivos turísticos, tan sólo en un par de sectores, porque en el resto de su estructura no alcanza siquiera categoría de ornato. Y es que si bien los extremos de aquella centenaria obra se pueden distinguir gracias a su privilegiada ubicación (como la sección ubicada a un costado de la avenida Zarco) o a la ayuda de las autoridades (como el parque del Acueducto), existe una cara del mismo que puede definirse como esa especie de reliquia que de antigua, tiende a olvidarse.
Es por eso que el Acueducto se puede considerar de manera ambivalente como una reliquia, dada su calidad de residuo por un lado y de su inconmesurable valor sentimental. Dentro de los próximos 300 años de la ciudad de Chihuahua ¿cuál de estas dos acepciones terminará por imponerse?
Artículo condensado de El Heraldo de Chihuahua
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